¿Qué tal amigos y amigas?

 

Les escribo a las 18.00 de la tarde, hora de California.

Me encuentro en San Francisco, ciudad en la que he visitado Pixar.

 

En realidad, Pixar está a unos 15 minutos de San Francisco, en Emeryville. Tienen una suerte de campus con piscina y pistas de baloncesto y campos de futbol, y la gente va en bici a trabajar y a la hora de comer todo lo que ves son caras de tipos y tipas que trabajan en lo que les gusta. Y así da gusto, señores y señoras.

 

Siempre he odiado eso de “trabaja en lo que te gusta y no trabajarás un día en tu puta vida”. Y una puta mierda, pienso yo. Trabaja en lo que te gusta y te pasarás la puta vida currando. Lo que pasa es que sarna con gusto no pica, supongo. Yo trabajo en lo que adoro y a veces saldría a la calle a dejarme atropellar por un autobús.

 

He venido un par de veces a Pixar, es uno de esas cosas afortunadas que te suceden cuando eres periodista. Cosas que recuerdas porque te hacen recordar que eres una persona con suerte. Venir aquí es siempre sinónimo de diversión, de conversaciones con gente brillante, de sorpresas inesperadas.

 

Esta vez he venido porque presentaban Los increíbles 2.

 

No sé si a ustedes/as les gusta la primera entrega. Yo podría decir que es mi película favorita de Pixar, junto a Ratatouille y los quince primeros minutos de Up, y da la casualidad que el director de las dos (Ratatouille y Los increíbles) es el mismo: un señor llamado Brad Bird.

 

Bird es director que siempre ha estado en lo más alto de mi ranking. Un tipo sencillo, simpático, talentoso… y un maldito genio. Es –probablemente- el mejor director de Pixar y fuera de allí tampoco le va mal. Su primera película fue El gigante de hierro, una cosa tan maravillosa que al cabo de cinco minutos de estreno ya se consideraba un clásico. Una película que te hace llorar y te pone la piel de gallina y te hace olvidar que es un filme de animación.

 

Pude ver unos 40 minutos de Los increíbles 2 y lo primero que puedo decir es: guau.

 

Si uno se pone la primera parte y la observa con detenimiento verá que el nivel de detalle era extraordinario para su época (hace 15 años); si uno se le pone después de haber visto esos 40 minutos lo único que puede pensar es: la madre que los parió.

 

El pelo, el agua, los sets de acción, el movimiento, el diseño de producción, la música, el uso del color… se ha adquirido un nivel de preciosismo demoledor. La película (tranquilos/as, que no voy a spoilear nada a nadie) empieza con una escena de acción tan brutal que al acabar tuve que recoger la mandíbula del suelo.

 

Por ponerles en situación: la película arranca en el preciso momento en el que acabó la anterior. Los superhéroes han sido ilegalizados y la familia protagonista malvive en un motel esperando que lleguen tiempos mejores.

 

Lo cierto es que con lo que vi (la película dura unas dos horas, aunque no se ha confirmado oficialmente su duración) sospecho que esta va a ser la película más adulta de Pixar. Por supuesto -y como de costumbre- los chavales se lo van a pasar pipa, pero creo que los adultos vamos a salir tambaleándonos del cine.

 

Por cierto, también vi el corto que se proyectará delante de la película y puedo confirmar que es el corto más extraño, radical y subversivo que ha salido de la factoría de animación en su historia. Su tema: la maternidad. El título: Bao.

 

Sinopsis: un dumpling cobra su vida y se hace muy amigo de la señora que lo ha cocinado.

 

No, no es coña.

 

Abrazos/as,

T.G.