71

 

 

Señoras y señores,

 

¿Cómo les va? Espero que de primera.

 

Yo estoy hundido en la cuesta de enero, quizás la peor cuesta de enero de todos los tiempos gracias a una oportuna multa de hacienda, unas cuantas comisiones bancarias y que todo el mundo ha decidido pagarme cuando le salga de los cojones. Así, sin más.

 

(Ojo, debo declarar que en esta casa siempre –siempre- se me ha pagado a tiempo. Al César lo que es del César)

 

En fin, que estoy por ir a comprarme gasolina y un mechero pero el presupuesto sólo me da para cerillas y una botella de Brummel.

 

Gracias al Altísimo, esta semana la cartelera trae una gran película con la que apaciguar mis penas que he visto –oportunamente- en el pase de prensa, ya que si hubiera tenido que ir al cine pagando ahora mismo no podría escribir estas líneas o, lo que es peor, me las tendría que inventar.

 

La película en cuestión se llama 71 y es absolutamente magistral.

 

Explica la historia de un recluta del ejercito británico que en 1971 queda atrapado en una reyerta callejera en Belfast. Ya saben, los años del plomo en Belfast fueron una historia bastante jodida.

 

La cuestión es que el soldado pierde el rastro de su unidad en el fragor del combate (que se pierde vamos) y queda atrapado en un territorio donde su vida no vale un pimiento: los paramilitares republicanos –el IRA- quiere matarlo; los paramilitares unionistas quieren rescatarlo; los infiltrados en las filas católicas no creen que valga la pena sacrificar su tapadera por un soldadito y en medio hay unas cuantas personas que el espectador no sabe si considerar amigas o enemigas hasta que las cosas se aceleran.

 

Filmada al estilo del director de los Bourne, Paul Greengrass (esto es, cámara en mano que nunca deja de moverse, pero calibrada de tal modo que la narración no es nunca confusa o torpe), vigorosa, tensa, con toques de película de horror, momentos de drama, trazos de thriller y tremendamente atmosférica (esas calles de Belfast en las que sólo se adivinan sombras que se escabullen bajo la luz de una farola parece el páramo de un cuento de Poe), 71 es una opera primera bestial, de un tipo –al que habrá que seguirle la pista- llamado Yann Demange con la ayuda de un guión de granito de un tal Gregory Burke, al que no tenía el gusto de conocer.

 

Al frente, el antes mencionado Jack O’Connell, un actor que me recuerda a Tom Hardy, por que a pesar de tener una presencia física bastante intimidante (no precisamente en esta película, pero véanle en Starred up, aún no estrenada aquí) sabe esconderse tras una imagen de vulnerabilidad. A este señor habrá que seguirle la pista muy de cerca porque de momento ya está confirmado como protagonista de los próximos filmes de Jodie Foster y Terry Gilliam.

 

No tengo mucho más que contarles, excepto que he visto los pilotos de dos series bastante interesantes: Empire y The man in the high castle. La primera ambientada en el universo de los pioneros del rap y la otra la adaptación televisiva de un fantástico relato de Philip K. Dick situado en un universo alternativo donde los nazis han ganado la guerra y conquistado el mundo entero.

 

Háganme caso y no se las pierdan, no sé cómo serán las siguientes entregas pero las primeras han estado muy bien.

 

Ánimo con la cuesta de enero, ustedes pueden. Yo no.

 

Abrazos/as,

T.G.