ruth-lorenzo-rechaza-eurovision-uk

 

 

Buenos días amigos/as,

Es domingo y aquí estoy actualizando el blog: no me reconozco. Voy mejorando. Un día de estos me pondré a hacer dos post a la semana y algunos de ustedes sufrirán ataques al corazón, Dios no lo quiera.

Espero que hayan ido ustedes al cine esta semana. A ver lo que sea, la cuestión es ir, aunque sea a molestar a la puerta.

Hubiera actualizado esta mañana pero andaba enmarañado en ese instrumento satánico que es twitter hablando con fans del festival de Eurovisión que sostenían (literalmente) que esa cosa es el mayor espectáculo televisivo sobre la faz de la tierra y que si no opinabas lo mismo que ellos eras poco menos que un mal español y una mala persona.

Lo reconozco: soy un mal español y una mala persona. Reconozco también que el festival de Eurovisión es un evento amañado que responde a patrones caricaturescos y ni siquiera funciona como mera provocación al buen gusto.

Sin embargo, por razones que desconozco, hay en este país personas (y parecen, en algunos casos, normales o al menos funcionales) que creen que dicho festival es motivo de orgullo patrio. Como si Europa, un marasmo de nacionalidades que nunca se encuentran en ninguna parte (entre muchas otras porque no lo desean) y que tiene el mismo afán de colectividad que una hortensia que tengo en mi balcón, luciera hombreras en ocasiones como esta. El axioma vendría a ser (y no estoy de cachondeo): “ese momento del año en que todos nos sentimos europeos”. Si fuera verdad, que no lo es, sería muy triste que una reunión de cantantes horteras cantando en inglés (que como todos sabemos es la madre de todas las lenguas europeas, pista: NO), y luego siendo votados en función de su nacionalidad y no del talento desplegado, fuera el máximo exponente de la Europa unida que algunos persiguen con tanto ahínco.

Alguien ha llegado a decirme que Eurovisión tiene un público potencial de 1.250 millones de personas. Siempre me ha hecho gracia (mucha) eso de la audiencia potencial: como si yo dijera que este post tiene una audiencia potencial de 2.500 millones de personas porque esas son las personas con acceso a Internet en el planeta y, claro, podría darse que todas ellas decidieran leerme. Esa sería mi audiencia potencial. Vaya concepto tan elegante, ¿eh?

Y así he perdido la mañana, contestando a todos esos tipos que ven en Eurovisión la recuperación del espíritu de aquel discurso de John Fitzgerald Kennedy en Berlín. Algunos de ustedes/as pensarán que eso es perder el tiempo, que más vale no discutir, pero oigan, a veces no queda más remedio que ponerse las botas de lluvia y bajar a las trincheras, porque, si empezamos aceptando estupideces sin importancia, acabaremos por aceptar que avasallen en los asuntos importantes.

Ahora es cuando ustedes me dicen que sí, que les encanta Eurovisión (verlo para reírse no cuenta, que nos conocemos) y que confirma la recuperación económica del viejo continente. Entonces yo abro la puerta del balcón, beso a mi hortensia, trepo por la barandilla y me lanzo al vacío.

Iba a hablarles también de cine pero me he olvidado. No me lo tengan en cuenta.

Abrazos/as,

T.G.