La entrada ha salido muy larga; soy consciente. Pero se trata de que, al menos por mi parte, quiero dejar definitivamente zanjado el tema en cuestión, y sería impresentable trocear la argumentación. Tómenselo con calma y, por supuesto, no es obligatorio leérsela; aunque tiene su morbo.

El pasado 25 de Febrero –hace exactamente dos meses- publiqué la entrada “Aclarando cuestiones”; dio lugar a 84 comentarios. Y lo que se ha desvelado de golpe, como en la violenta erupción de un volcán, creo que exige clarificar la situación. Y lo haré, sintiéndome respaldado por opiniones como la de “1. Manuel” en el inicial de dichos comentarios:

“He leído pruebas suyas hace ya unas cuantas décadas. Me declaro lector de diferentes foros, pero sin participar; siendo éste, su blog, el primero en el que lo hago. Sintiéndome obligado a corroborar la existencia de personajes (les llaman “trolls”; a mí me gusta más “gente tóxica”), cuyo fin es machacar y echar por tierra el trabajo de quienes los realizan. Gracias por su tiempo, dedicación y profesionalidad.”

Pero también hubo la bienintencionada advertencia de “16. Admirador”:

“Vd, en su fuero interno, tenía una vocecita que le decía que no tenía que escribir esta entrada, y que no merece la pena entrar en peleas personales. ¿Por qué no le hizo caso a esa voz, por qué? Una persona con tanta vida vivida, no debería haberse dejado arrastrar a esta enfangosa pelea, en la que no tiene nada que ganar y sí mucho que perder.”

Cierto; estos personajes hacen perder tiempo (si se quiere considerar pérdida, que no lo sé). Pero no es menos cierto que, ya desde mis tiempos universitarios, nunca he rehuido un buen enfrentamiento dialéctico. Ojo, respetando las reglas de la dialéctica; que rehuyen, por no decir excluyen, recurrir a argumentos “ad hominem” cuando no se tienen otros mejores. No sé si el insulto queda como muy liberal; pero tengo por seguro que es la mejor manera de que la controversia derive (“off-topic” lo llaman) fuera del tema básico, para acabar en pelea tabernaria. Creo que la utilización de la ironía marca la barrera a no superar. Y ello con independencia de que dichas agresiones se realicen con mayor, menor o nula gracia, y con un manejo del lenguaje más, menos o nada brillante; en cualquier caso, la pelea tabernaria acaba siendo casi de rigor.

En esta entrada aprovecharé, por el método “corta y pega”, parte de lo que aparece en esos 84 comentarios. Combinándolos adecuadamente, creo poder hilvanar un hilo argumental relativamente coherente. Pero antes quisiera delimitar algo que ya escribí en mi anterior entrada, respecto a mi enfoque profesional: escribo para aficionados -por no decir fanáticos- del automóvil; no de la electrónica. A aquellos a los que les interese el “infotainment” y las ayudas al conductor -no confundir con ayudas a la conducción, como inyección y encendido electrónicos, ABS y ESP-, debo decirles que no soy su hombre. Hace años, desde que empezó el auge del infotainment, vengo diciendo que “yo pruebo coches, no electrónica”.

Y no me digan que hoy en día la electrónica es consustancial al automóvil; no es así. Una cosa es que los coches lleven embarcada cada vez más electrónica, y otra muy distinta que forme parte de su ADN. Desde siempre, y fijada la estructura básica (motor, transmisión, suspensión, frenos, dirección, ruedas, carrocería y equipo eléctrico), el equipamiento mínimo de un coche consiste en limpiaparabrisas, faros, bocina, calefacción y una instrumentación básica. Radio y aire acondicionado podrían estar justo al límite; pero tampoco son imprescindibles.

La esencia del automóvil es: vehículo de 2 a 9 plazas (lo más normal es de 4 a 7) capaz de transportar al núcleo familiar con total libertad de horarios y de itinerarios (por red viaria), y con posibilidad de cambiar ambas cosas sobre la marcha siempre que se quiera. Y con una autonomía de cientos de kilómetros, regenerada en pocos minutos mediante un repostaje. Ni autobús de línea, ni tren, ni barco, ni avión, ni coche eléctrico cumplen tales premisas; su utilización es muchísimo más rígida. El transporte colectivo urbano es un caso aparte y específico.

Y también repito –al menos en charlas de “barra de bar”- que a un Biscuter se le podría poner un alternador gordo y llenarle el salpicadero de infotainment y ayudas al conductor (si caben). Pero, ¿acaso dejaría de ser un Biscuter? Por el contrario, un Mercedes “colas” o un Ferrari 275-GTB Scaglietti (para mí el coche más bello jamás fabricado) no llevaban nada de electrónica (ni el encendido), ¡y vaya par de cochazos!; incluso hoy en día lo siguen siendo. Por cierto, reivindico que lo de “charla de barra de bar” lo introduje yo en este blog. Aunque alguien haya pretendido apoderarse de él, dada la frecuencia con que lo utiliza despectivamente; cuando la idea original era y es la de carácter amistoso y coloquial, emitiendo opiniones personales. También he repetido que esto no es, ni puede ser, ni pretende ser, la cátedra de una Escuela de Ingenieros.

Por último, también he repetido hasta la saciedad que mis pruebas no son científicas, sino metódicas y sistemáticas; y por lo tanto, dentro de lo humanamente posible, comparativas entre sí. No hay refrán más tonto que el de “todas las comparaciones son odiosas”; sin el concepto subyacente de comparación, no hay prueba. Pero ya que no llego (ni me lo he propuesto) a la prueba científica, por favor no me metan –como alguien ha sugerido- en ponerme a medir el NVH (Noise, Vibration, Harshness) de los coches. Podré dar mi opinión subjetiva (y ya lo hago), pero nada más.

En el primer párrafo de esta entrada hice referencia a la violenta erupción de un volcán; y es que con este blog he estado sentado encima de uno, sin darme apenas cuenta. Lo cual me ha recordado la magnífica novela “Bajo el volcán”, de Malcolm Lowry; puedes estar en la boca del cráter mientras que la lava que está dentro no decida salir. Pero cuando lo hace, las consecuencias son trágicas. Y uniendo referencias cinéfilo/literarias, encontré una similitud con “Los últimos días de Pompeya”. Porque Pompeya estaba muy cerca del Vesubio; pero además, sin duda tenía un foro. Y esto del foro (y ya estoy dando pistas) es el elemento clave para la erupción que se ha producido en este blog.

Y paso a ir hilando citas (evidentemente resumidas) de algunos de dichos comentarios, entreverando los míos. El orden no tiene por qué seguir el de su publicación, sino el adecuado para darle un poco de cohesión a esta entrada. Y los primeros, los dos que dejan más clara la efervescencia que estaba latente; así que allá va el primero, de “15.Manoloster”:

“Resulta enternecedor ver su esfuerzo por desgranar lo que tiene ante las narices; me ofrezco a contarle una historia que se remonta a principios de siglo. En aquellos tiempos, km77 era una referencia en información de automóviles (JM Pichardo, Víctor Fernández, Jorge Silva),  y a través de su foro se creó una bonita comunidad de usuarios; muy dispares en cuanto a nivel, pero con muchas ganas de aprender y compartir conocimientos. Km77 era la mejor página, y su foro era el mejor foro; no quizás en cuanto a cantidad; pero sí, sin duda, en calidad.

El ambiente en ese foro era muy bueno; tanto que a veces se quedaba para compartir mesa y mantel, y hasta fin de semana. Pero hete aquí que supongo que el foro comenzó a brillar demasiado, tanto que posiblemente amenazaba con tapar al Sol. Y además de dejarlo morir, se crearon estos blogs, donde la comunicación perdió la potencia e inteligencia colectiva que permite un foro, para pasar a un sistema de púlpitos desde el que unos supuestos expertos (como Vd) sueltan su rollo, y un grupo de palmeros (se supone) les sigue y alaba. Al foro se le dejó morir porque era una china en el zapato del negocio, y con él desapareció el espíritu crítico y la aportación de personas que, con los años, han ampliado sus conocimientos sobre el automóvil; algunos incluso haciendo de ello su vida. Entre aquellos participantes estaban “Slayer” o Eduardo del Arco.

Resulta muy revelador de cómo funciona km77 el hecho de que nadie le haya contado esta historia. Salvo Vd y sus palmeros de nuevo cuño, todos los veteranos saben quién es Slayer; y que Slayer es, por así decirlo, patrimonio de Km77. Que nadie se lo haya explicado da la medida del nivel humano de esta empresa. Muchos de los comentaristas son Doctores Ingenieros, y por lo tanto tendrá Vd que aceptar que le mojen la oreja.”

Mi respuesta: Su idolatría por el citado foro le hace creer que el periodismo del motor, en España, ha girado alrededor suyo: nada antes, un luminoso fogonazo de unos pocos años, y de nuevo las tinieblas. Manda narices que se atreva Vd a decirle esto -¿y con qué autoridad?- a alguien que acaba de cumplir 77 años, y que empezó a escribir sobre automoción (y no ha parado desde entonces) hace exactamente 55 años. ¡Y pretende hablarme de “veteranos” a mí! Y dando ejemplo de humildad, con lo de “su foro era el mejor”; y que un Doctor Ingeniero “necesariamente” vaya a mojarme la oreja.

Vd cita a tres entrañables colegas que, en aquellos tiempos -incluso antes y después- me tenían cierto respeto, en parte por la diferencia de edad, y quizás por el relativo prestigio que yo pudiese tener. “Pichi” trabajó conmigo en “Automecánica” (mi 2ª época): un tipo temperamental y de ideas fijas, al que todo el mundo consideraba conflictivo; conmigo, ni el más mínimo roce. Víctor con su aureola añadida de parentesco con el creador del “Pub Seis Peniques”, centro de reunión (¿con permiso de los del foro?) del automovilismo deportivo madrileño. Y Jorge, magnífico piloto de karts: ese sí que con una prosa extraordinaria; pero tremendamente bohemio, que no llegó ni a la mitad de lo que pudo haber conseguido. ¿Y me va Vd a contar a mí quiénes eran J. Manuel, Victor y Jorge? Vd sí es enternecedor; pero es porque la ignorancia es atrevida.

Pues no; en km77 no me contaron nada del foro, ni de su desaparición; ¿deberían haberlo hecho? Depende de la importancia que cada cual le quiera dar al difunto foro; como yo ni lo conocí (¿era obligatorio?), pues no opino. Pero puestos a elucubrar, y a juzgar por eso de que era “una china en el zapato del negocio”, tal vez la causa fuese que Vds se dedicaban alegremente a poner a parir –con mucha, poca o ninguna razón- a toda la industria y a algunas personas. Y a lo mejor km77 pensó que ponerles en bandeja un foro para que se desahogasen a unos cuantos “chiquilicuatres” (lo digo por la edad que tenían, según Vds mismos) era una alegría que km77 no podía permitirse. Para hablar con desenvoltura y sin comprometer a nadie está el “Speaker’s Corner” del Hyde Park londinense; o bien arriesgar unos euros y montarse un tenderete propio.

En cuanto a la diferencia entre un foro y la totalmente libérrima ristra de comentarios que genera este blog, no veo mayor diferencia. Hay un tema inicial, marcado por el blogger; y luego los comentarios suelen acabar ni se sabe dónde. La diferencia son, y aquí reside la causa de su encono (reconózcanlo), los “supuestos expertos” que predican desde el “púlpito”. Lo cual debe incluir también a los titulares de “Cine a las cuatro ruedas” y “Cifras y teclas”; no sé si estos son predicadores, pero de lo suyo entienden un rato.

En mi caso concreto lo que a algunos antiguos foreros les fastidia (con “jota”) es que con regularidad y desde un principio, aparezca un comentarista con eso de “yo le leía a Vd desde los tiempos de “Velocidad”. ¡Qué atrevimiento, atreverse a “seguir y alabar” a un veterano periodista, ignorando a esos profundos pozos de ciencia automovilística que eran los antiguos foreros! Unos cuantos de los cuales no por ello dejan de participar asiduamente en estos comentarios, con un talante que va desde el más correcto (JotaEme y EJ25MT5 como ejemplos, aunque no únicos) hasta el que la mayoría de los asiduos del blog conocen de sobras. Luego parece que mal que bien, el blog sí sirve de foro; pero según Vds, distinguiendo: quienes siguen gustando de leer a A. de A. son “palmeros de nuevo cuño”; y los viejos foreros, los depositarios de las más rancias esencias tecnológicas y éticas de la comunicación.

Y alguno, como Slayer, llega casi a ser (en opinión de Manoloster) “patrimonio de la Humanidad”; perdón, de km77. Teniendo en cuenta que mis pruebas en “Velocidad”, “Autopista”, “Automóvil” y “Autovía” son base importante (aunque no única) para el trabajo de historiadores del motor como Pablo Gimeno o Ramón Roca, y también están entre las más citadas en un foro (muy tranquilo y educado, por cierto) como “Piel de Toro”, ¿de quien soy yo patrimonio: de los Adventistas del Séptimo Día, como predicador?

Y vamos con el segundo comentario que aporta algo más respecto a la entrada en erupción del volcán que arrasó el foro, y por un poco más se me lleva a mí por delante; el comentario es de “39. Eduardo del Arco”:

“Este alias es el último y definitivo, mi nombre real. Soy profesor en la Universidad Rey Juan Carlos; hubo un tiempo en el que colaboré en revistas. Me muevo en autobús, en metro y en bicicleta. El único coche que estoy dispuesto a comprarme es un Ford Mustang V8; de tan absurdo que es, resulta ser el menos absurdo de todo el mercado.

Slayer es una de las personas que más sabe de coches y de sistemas inteligentes de transporte de todo el Mundo; no lo digo yo, lo dice su CV. Somos gente rara; que se equivoca de vez en cuando, aunque buena gente. Conocí a Slayer en un pueblecito de la Sierra de Madrid; por entonces JotaEme tenía un absurdo Mercedes, y 124Sport tenía pelo. “Guillermo” no había hecho el máster, pero ya sabía lo que no estaba en los escritos. Lo leyó todo, lo escribió todo, lo diseñó todo y se enfadó con Arturo por unas manguetas que iban torcidas, o rectas, qué sé yo”.

Hay que agradecerle a E. del Arco la sinceridad de tirar de la manta, dar su nombre y, sobre todo, su encuadramiento académico (centrado en la telemática y las comunicaciones, no en el automóvil). Quizás lo haya hecho porque está encantado de haberse conocido, como también veremos más adelante. Pero de momento, lo que comprobamos es que estos chicos del foro eran la rehostia, y sobre todo, humildes: uno (“antenista” de profesión, según él mismo) está entre los que más saben de coches del mundo (Dante Giacosa, Wifredo Ricart, Alec Issigonis o Rudi Uhlenhaut, unos aprendices a su lado); y otro lo leyó, escribió y diseño TODO. Vamos, que eran la edición actual (electrónica, por supuesto) de los Siete Sabios de Grecia. Y además, Guillermo se enfadó conmigo; sólo que metiendo la pata hasta el corvejón, como de nuevo veremos más adelante. Esto va un poco largo; pero al final verán que hay cuestiones muy, pero que muy graciosas.

Un interesante aspecto: “Manoloster” reconoce que en el foro, aunque “era como un organismo vivo poblado por mucha gente interesante, que se trataba de igual a igual”, también había “usuarios muy dispares en cuanto a nivel, pero con muchas ganas de aprender.” O sea, era como la “Animal Farm” de Orwell: en esta granja todos los animales son iguales, sólo que unos más iguales que otros. Acabáramos; de modo que, con púlpito o sin él, unos (los futuros Ingenieros de Telecos, que no de Automoción) impartían doctrina, y otros la absorbían extasiados. Estos debían ser “palmeros de viejo cuño”, para distinguirlos de los míos, que son de “nuevo cuño”; sutil distinción.

Como ya he dicho, para estos foreros anclados en un corto espacio de tiempo, el haber participado en dicho foro parece haberles conferido una especie de sentido feudal de propiedad sobre km77. Pero aunque fuese con mucho rebote, acabaron viniendo al blog que me ofrecieron conducir en km77; aunque a mí no me admitieron como uno más: no, yo era el que llegaba con firma de nombre y apellido desde hace muchos años, y un cierto prestigio que algunos “palmeros” corroboraban. Y ellos, con sus “nicks” anónimos a cuestas; y esto no podía consentirse, sobre todo cuando se pretende ir de “Master del Universo”. Y a mí me ha ocurrido lo que García Lorca relataba en “Muerte de Antoñito el Camborio”: lo que en otros no envidiaban, ya lo envidiaban en mí. Lo malo es que, aunque participaran con su nombre y no con su “nick”, el número de quienes les reconocería nunca iba a superar el de su entorno familiar, amistoso y quizás (sólo quizás) profesional.

Entre los 84 comentarios encontramos rastros interesantes para saber con quien nos jugamos los cuartos; como cuando leemos a “42. Slayer”:

“Todo lo que digo está en Internet; me nutro de links que están aquí y allá”.

¿Pero acaso no es uno de los que más saben de coches del mundo? O sea que, del automóvil (no de su electrónica embarcada), experiencia personal parece ser que asintótica con cero. Esto ya lo suponía yo; siempre pensé –y lo dije- que se dedicaba a escarbar en Internet. Hombre, es una forma de enterarse de las cosas. Pero así se comprende su fobia contra las charlas de barra de bar; si no le dejan sacar la “tablet” para “nutrirse”, tiene muy poco que decir. Y aquí conviene recordar la gran definición de cultura: lo que queda cuando se va olvidando lo que se ha estudiado (y no puedes recurrir a Internet, para compensar).

Y en cuanto a su polémica sobre técnica de conducción, y pisar o no las líneas pintadas en el asfalto, hay otro comentario que supongo le habrá producido efectos devastadores; es el de “12. Pragmático”:

“Si la carretera, como sucede en bastantes, carece de líneas pintadas en el centro de la calzada ¿cuál es el criterio para definir el nivel en la técnica de conducción?”

Me gustaría ver a Slayer aplicando su teoría de las trazadas (o la falta de ellas) en el Desfiladero de los Beyos (rocas a un lado y río al otro) tras de bajar el Puerto del Pontón de camino hacia “les Asturies”.

Pero no todos estamos tan embelesados como Slayer por la imparable invasión de la electrónica. Vean, si no, lo que opina “18. Emprendeitor”:

“En mi opinión, Moltó hizo muy bien. Yo opino que ahora mismo Vd es el mayor valor de la “marca km77”. Ah… como ingeniero y aficionado a las “moderneces” varias… empiezo a cansarme del “Internet de las cosas”. Que sí, que hay aspectos muy útiles…; pero el “Gran Hermano” nos vigila. Tal vez mi próximo móvil sea uno de esos Nokia 3310 que no tienen Internet, van con 2G, sólo sirven para llamar, hacer fotos y nada más. Ah… y la batería parece que le dura una semana. Y mi próximo coche, intentaré que no esté conectado con nada. Empiezo a odiar lo “conectado”, “la nube”, y toda esa mandanga que en realidad tampoco mejora tanto nuestra calidad de vida; y a cambio, nos tiene controlados.”

Supongo que a “Slayer” le debieron dar los siete males cuando leyó que un ingeniero decía semejante cosas. Pero es que hay algo más; y si no lean este otro comentario, de “64. Alex”:

“Algunos humanos han cambiado su cerebro por Wikipedia y los tres primeros resultados de Google.”

Creo que no se puede decir más con menos palabras. Opiniones ambas, a fuer de subjetivas, tan válidas como las de cualquier otro, y más que las de muchos. Porque las emiten, en ambos casos, personas con mucha formación técnica, profesionalmente metidos en el mundo del motor.

Y este último comentarista antes había dicho, en “19. Alex”:

“Slayer, sabe que no soy yo del gremio de palmeros. Me gusta leer las entradas de D. AdeA. Comete errores, al igual que todos nosotros; y Vd está dentro del club “nosotros”. Pero creo que para Vd debe ser un ejercicio estresante esperar la entrada semanal buscando el error de turno para tirarse a la yugular. Es exagerado. En cuanto a mi experiencia profesional, está de algún modo relacionada con acabados y tendencias.”

Y luego “Alex” añadía unos comentarios sobre pantallas táctiles; y aquí ya se armó el Belén: nada menos que 13 réplicas y contrarréplicas a costa de unas simples pantallas; y todo para demostrar quien sabía más del asunto. Pero justo es aclarar que Alex fue quien hizo el primer comentario, y quien saltó a replicarle fue Slayer. Es significativo: cundo surge alguien como “Alex” que demuestra que sabe de qué va el tango, Slayer (y algunos más de los antiguos foreros) se pone como si le fuera la vida en ello. Y estos son los que me tachan de soberbio, de inflexible, y de no dar el brazo a torcer; es como la parábola de la viga y la paja en el ojo.

Otro comentario interesante al respecto es el “46. JotaEme”:

“Lo que ha distinguido durante mucho tiempo al periodismo anglosajón del motor ha sido que la figura de interés era, es y ha sido el crítico; y subordinado a su criterio, el producto analizado.”

De acuerdo en lo de la subjetividad anglosajona. Pero le preguntaría a JotaEme: ¿por qué no ha recomendado a sus antiguos colegas foreros que apliquen esa misma primacía del crítico respecto al producto cuando se trata de informar en la ibérica Piel de Toro y no en la Pérfida Albión? Yo le he oído y leído a Leonard J. K. Setright emitir (a sabiendas) auténticas barbaridades, por el simple gusto de provocar. Me gustaría haber visto a Slayer intentando retrucarle; Setright se lo hubiera comido vivo (bueno, sólo masticado; y luego, como con los chicles); pues menudo era Leonard.

Y curiosamente, alguien que suele estar “au dessus de la mêlée” se une al corporativismo forero, y “60. pgonzalezs” nos sale con lo siguiente:

“El cabrón es Slayer. Pero además creo que es un tipo entrañable en las distancias cortas; tiene formas desagradables y algo pendencieras, pero sabe mucho. Mucho, mucho, mucho. Yo una vez compartí mesa con él. En ella no estaban ni Setright, ni Bob Lutz, ni Ferdinand Piech, ni Carlos Ghosn, ni Water Rörl; tampoco se les echó de menos. Yo no voy a restaurantes para hacer currículo; sospecho que Slayer tampoco”.

Vamos, que Slayer tiene bula (por haber sido del foro y saber mucho, mucho) para poder faltar a cualquiera y tachar de “puta mierda” a cualquier cosa que no le guste; pues qué suerte tiene. Pero, por una rara y triste vez, “pgonzalezs” va de “sobrado”, y con ello se ha pasado varios pueblos con lo de ir a restaurantes para hacer currículo. De entrada, a los eventos que yo cito no se va pagando, sino invitado; de lo contrario, no entras. Yo he ido, y de vez en cuando sigo yendo invitado (ahora personalmente, y no ya por ser de un medio) a presentaciones y jornadas técnicas, donde coincido con personajes como los que Vd “no echa de menos”. Y con ellos charlo y me enriquezco de verdad; y a unos niveles que, a juzgar por lo que ha escrito, Vd ni se imagina. Esperaba algo más de Vd, no tal resentimiento (no sé si exento, o no, de cierta envidia). Una pena, la verdad.

Es evidente que lo de la gente con la que me he codeado (y sigo), les pone de los nervios a los foreros. Porque se trata de personajes relevantes de prestigio internacional; y encima saben de coches mucho más que ellos (si se hiciese una encuesta a nivel mundial, les ganaban por 100 a 0). Pero no es mérito mío, sino cosas que vienen con la profesión de cada cual: lo mío son los coches, y comunicar sobre ellos; los ingenieros de Telecos tienen sus semiconductores, y sus jornadas técnicas sobre la conducción autónoma y su Nivel 5 (a veces yo también asisto).

Pero también hay quien –por supuesto no contaminado por el síndrome del “clan foro”- lo ve desde fuera con bastante objetividad, como “76. JG”:

“Por lo que veo, entre los lectores existe una camarilla encantada de conocerse que se jacta de su antigüedad y conocimientos (galones que a A.deA. le critican que exhiba), y que acuden al artículo periódico de turno a dorarse la píldora mientras reparten palos y lecciones al autor desde una supuesta (o real, tanto da) superioridad intelectual. Pero para esto no hace falta un blog (o púlpito, en el colmo de la falta de respeto), que mayormente pareciera que repudian. Ya que parece que no tienen otro lugar de reunión, por favor, cuiden al anfitrión un poco mejor.”

Y otro ejemplo más de lo mismo, el de “72. JK”:

“Qué brasas son. Conozco la dinámica de blogs y foros: cuánto sabemos, cuánto aportamos, tal debería hacer caso a cual, la comunicación bidireccional, las “quedadas”, el “no empecemos a chuparnos…”, el “antes” esto era la leche… Y les juro que en todas partes es igual; y les juro que en todas partes es insoportable. Y no lleva en ningún caso más lejos que a estar encantados de escucharse a sí mismos.”

Y otro diagnóstico, creo que muy profundo, el de “82. Pragmático”:

“D. Arturo, ha hecho Vd aflorar el desconocido (para la mayoría) estrato setentaisietecénico de esta web. Estrato que, al parecer, el frikismo y bajas pasiones de sus pobladores llevaron al extremo de perecer en guerra “fracticida”. Todo ello muy propio; sabiendo que, en algún caso, los seres que lo poblaban son no sólo académicos -de por sí propicios al frikismo, las bajas pasiones y el fracticidio- sino que además lo son en “alma mater” cuando menos polémica.

Al final, y como sucede tantas veces -más aún si se trata de académicos en la Universidad- lo que el frikismo y las bajas pasiones fracticidas han separado, puede unirlo de nuevo el enemigo común. Y en esto apareció, olímpico, don Arturo. Queda por conocer qué diantres les ha hecho –o no les ha hecho, ¿quizá no prodigarles arrumacos?- don Arturo para unirles de esa manera, resucitando la vieja fraternidad setentaysietecénica y los recuerdos de viejas batallitas. Una pena. Porque me da que los saberes del estrato setentaysietecénico se complementan estupendamente con los del anterior, el del arturocénico, magistral en los registros clásicos y humeantes del automovilismo. Vastos saberes que, baqueteados por esas bajas pasiones tan humanas -¿vanidad, soberbia, cierto nihilismo de científico friki?- no se armonizan, sino que parecen anularse. Y miren que hay gente interesante por aquí.”

Y tan interesante. Como el propio E. del Arco, que en sus comentarios animaba a buscar su perfil en Google; le tomé la palabra, y el resultado superó mis expectativas. Lo siento Eduardo, pero Vd puso el dedo en el gatillo. Así que de forma telegráfica, resumo una larguísima entrevista que concedió, no sé en qué fecha ni a qué medio (ni importa). Así que allá va:

P. ¿Cómo surgió este trabajo de periodista del motor?
R. Me gustaban muchísimo los coches porque a mi abuelo también le gustaban mucho. Me enseñó a cambiar una rueda, a limpiar un carburador. Compraba ‘Motor 16’ y ‘Autopista’. En 1999 apareció en Internet “Km.77”, donde había un foro magnífico, donde la gente era muy educada. Al contrario de otros, por ejemplo el de “XXX”, donde tienes a todos los macarras del mundo metidos a opinar. En el foro conocí a alguien de la revista “YYY”. Esto ya en 2004; poco después dije que quería colaborar. Aceptaron, y comencé con pequeñas pruebas, presentaciones y, poco a poco, me fui haciendo un sitio.

P. ¿Qué coches ha conducido?
R. He conducido de todo: utilitarios, diesel, deportivos de 400 caballos y otros. Desde un Hyundai Atos hasta un Porsche 911 Turbo, pasando por Maserati y Rolls-Royce; en una presentación en Madrid, pudimos probar algunos coches de esta marca. Yo siempre digo lo mismo: “Hay coches, Porsche y Rolls Royce”.

P. ¿También ha sido probador de todoterreno?
R. Este tipo de coches lo he conducido menos. Sin embargo en un viaje a Marruecos, invitados por SsangYong, fuimos a un pueblo en el desierto, conduciendo por dunas, haciendo el “cabra”. Ha sido la única experiencia seria con todoterreno, pero fue espectacular.

En las presentaciones yo, como ingeniero, podía realizar preguntas que llegaban al corazón del coche. Ahora mismo estoy con el doctorado y soy profesor ayudante de las asignaturas de Transmisión Digital y de Comunicación de Información Audiovisual, ambas de Telecomunicación. También participo en las asignaturas de Comunicaciones Sectoriales y Comunicaciones por Satélite.”

Y aquí cerramos el resumen. Se lo ponen a uno tan fácil que resulta imposible resistirse. Así que, al estilo de Plutarco en sus “Vidas paralelas”, compararé la de del Arco con la mía, en lo que a orígenes y ejecutoria periodística se refiere. Por favor, no olviden que esto empezó porque yo he sido repetidas veces acusado de presumir de CV; y después de leer lo que viene a continuación, ya me contarán.

A mí me enseñó muy poco mi abuelo, transportista autodidacta; pero muchísimo mi padre, que previo a dedicarse a lo mismo obtuvo el título de Diplomado en Mecánica por la Escuela de la Marina Mercante francesa en Marsella (tres años). Y yo, desde mi uso de razón hasta los 13 años, pasé mucho de mi tiempo libre en un garaje-taller de 200 m2 donde se mantenían y reparaban (foso, banco de herramientas) nuestros dos camiones (un Federal y un GMC); algo más que cambiar ruedas y limpiar (¿por fuera?) un carburador.

Yo no pedí trabajo en una revista; me lo ofrecieron en “Velocidad” (en aquel momento récord de tirada) por lo que demostré en un concurso que hicieron entre lectores. Y tras siete años de digamos “meritoriaje”, me ficharon para “Autopista” (que pasó a encabezar el ranking), cobrando tres veces y media; por algo sería. Yo no he insultado nunca a otro medio (al menos en público), y menos aún después de alabar al que a mí me gustase. Pero ya puestos, diré que Vd recaló en uno que dentro de la profesión había sido bautizado como “el de los frikis”; también por algo sería.

Vd empezó a probar coches sobre 2005, y lo dejó al cabo de poco tiempo (¿cinco años, como mucho?) para construir su actual posición docente en el campo de las Telecos. Yo empecé a probar cuarenta años antes, y aquí sigo; y siempre a plena dedicación. Comparando, me sale una proporción de diez a uno en tiempo; y en número de coches, ni te cuento. Por cierto, en otro momento reconoció Vd haber dejado para siniestro total un Mercedes de muy alta gama; ¿pudo ser la causa de abortar su carrera de “probador”?

Vd ha probado un Porsche 911 Turbo. Yo fui invitado (sólo fuimos dos españoles) a la presentación del 996 Turbo en el circuito de Watkins Glen (N.Y., USA). Un respetable número de vueltas al circuito, y luego más de dos horas en carretera, “al alimón” con mi amigo Paolo Massai, el recién pre-jubilado ingeniero-jefe de pruebas de comportamiento de bastidor del Grupo Fiat, que como hobby se pasó al periodismo. Y mientras compartíamos volante, me fue explicando las sutiles diferencias de comportamiento entre la Michelin Pilot Sport y la Pirelli P7 Zero Nero, gracias a su experiencia de incontables miles de vueltas en las pistas de Balocco, y a su excepcional nivel de pilotaje. ¿Ve Vd, y todos sus colegas que desprecian los nombres que a veces yo cito, para lo que sirve codearse con ellos?

Vd les dio una vueltecita por Madrid a tres versiones del actual Rolls-Royce. Yo visité, en un viaje de tres días (y de nuevo íbamos sólo dos españoles), la artesanal factoría de dicha marca a mediados de los 70s, con amplia prueba en carretera incluida. Y eso cuando R-R era genuina, no la filial de una marca alemana. Por mi parte, casi acabo antes diciendo qué marcas de coches no he probado: de las que valen la pena tener en cuenta, sólo me falta (y supongo que para siempre) Aston-Martin. De las muy raras, incluso he probado el Pagani Zonda. Y en cuanto a competición, el Lancia Delta S4 y el Ford S-200. ¿Y lo había contado alguna vez? No, nunca hasta ahora. Así que, ¿quién va por ahí presumiendo de CV?

Vd ha hecho “el cabra”, por un día, con un SsangYong por unas dunas. Yo he bajado al sur de Marruecos del orden de docena y media de veces (y eso sin ser tampoco especialista en T-T); con el Patrol GR estuvimos un día entero en las dunas de Merzuga, y con Peugeot cruzamos en cuatro días todo el Sur de Argelia en la “Ruta de los Leones”. Y con Toyota, varias de las jornadas de T-T (diverso modelos: Land-Cruiser, RAV-4) por zonas montañosas de España (Cataluña, Cantabria, Extremadura).

Y en cuanto a preguntas que “llegan al corazón del coche” (un poquito cursi, ¿no?), las que yo acostumbro a hacer suelen dar lugar a respuestas de varios minutos; la última vez con un Mazda, y ahí se acabó el turno, porque el conferenciante se tuvo que extender tanto que se acabó el tiempo. Ya me lo decían mis viejos conocidos (de nuevo) el arquitecto-diseñador Walter de Silva (“Tu, e le tue domande”) o el ingeniero francés José Mayé de Peugeot (“Quand tu lève le bras, il faut se méfier”). Frases textuales.

Lo mejor, la frase “ex–catedra”: “Hay coches, Porsche y Rolls-Royce”; habló el Oráculo de Delfos. Frase digna de Setright; pero L.J.K. era quien era, y hay cierta diferencia. Creo que mis buenos y viejos conocidos (de nuevo) Paul Frère o Piero Taruffi –ambos ejemplos señeros de periodistas, pilotos de primera línea e ingenieros (o sea, como E. del Arco, poco más o menos)- nunca se hubiesen atrevido a tanto. Por cierto (de nuevo), tengo libros de ambos, firmados y dedicados de su puño y letra. Aunque Porsche es una marca excepcional por tecnología y calidad, viene lastrada durante décadas por la obsoleta estructura del 911, al que han intentado “matar” en alguna ocasión, pero su éxito comercial se lo impide; cosas –y mérito- de llegar a ser un mito. En cuanto a R-R, también está mitificada por su calidad de materiales, acabado y lujo, y por su tipo de clientela; ya que no por sus cualidades técnicas, ruteras ni prestacionales.

Conclusión de la entrevista: parece que E. del Arco está encantado de haberse conocido, y entiende muchísimo de telecomunicaciones; de lo demás, a juicio de cada cual. Y tras haber visto cómo va lo del “ego” y el CV de algunos foreros, vamos a cerrar con una anécdota inesperada. Recordarán que “39. E. del Arco” comentó que Guillermo “se enfadó con Arturo por unas manguetas que iban torcidas, o rectas”. Este Guillermo (el que lo ha leído, escrito y diseñado todo) es el mismo que, por aquellas mismas fechas, emitió una opinión que me dejó pasmado: algo así como que “a un foro (o quizás dijo blog, no recuerdo) se viene a batirse el cobre todos los días”. Jamás se me había ocurrido que coordinar un blog tuviese semejante faceta belicosa; pero al menos, la opinión retrata a quien la emite.

Han pasado los años (más de seis), y el pasado 30 de Marzo asistí a una charla/conferencia que dictó Herr Michael Lugert en la Universidad Antonio de Nebrija, donde se imparte el único Master de Automoción de todas las universidades madrileñas. Un coordinador del Master es el ingeniero Javier Arboleda, Service Senior Manager de Hyundai España: un tío que sabe mucho, pero mucho, de coches y propulsiones alternativas. No lo digo yo; lo dice el puesto que ocupa. En cuanto al conferenciante, lo trajo Arboleda, ya que Herr Lugert es el Manager Steering & Suspension en el Vehicle Test & Development Department at Hyundai Motor. El tema de la conferencia era, cómo no, sobre Dirección y Suspensiones.

Ese 30 de Marzo yo ya estaba preparando esta entrada, pero todavía no me había leído con detenimiento los 84 comentarios. Por ello, no tenía en mente la referencia hecha por del Arco; aunque sí recordaba la diatriba, bastante enconada, que Guillermo y yo mantuvimos. Y mira por donde que, al charlar con el conferenciante una vez acabada su exposición, comentó que lleva en Hyundai Europa desde 2002, pero que antes trabajó doce años en Opel; siempre en su tema, que es el de bastidor, suspensión y dirección.

Ví el cielo abierto; así que le pregunté por las antiguas direcciones con cremallera de tiro central en los primeros Opel de tracción delantera. Eran de una época un poco anterior a su entrada y toma de responsabilidades en Opel; pero algo tendría que decir. Y lo dijo, pero de forma muy educada; simplemente, que eran un caso límite de “variating roll steering” y que las cambiaron en cuanto hubo oportunidad, al poner nuevas plataformas. Se rió mucho, asintiendo, cuando moviendo las manos escenifiqué los movimientos de las bieletas de dirección y los cambios de convergencia del tren delantero al jugar la suspensión. Vamos, que por educación no llegó a decir lo de “puta mierda” como Slayer, pero su opinión quedó clarísima.

Y así, con seis años de retraso, se aclara definitivamente una diatriba en la que tuve que escuchar descalificaciones del más variado tono. Y por parte de un forero que -en la opinión de otro- lo ha leído, escrito y diseñado todo. Pues si lo que ha diseñado tiene algo que ver con la técnica automovilística (no consta en el sumario), y lo ha hecho con el mismo acierto con el que defendía la cremallera de tiro central, apañados están quienes hayan tenido que comercializar esos productos.

Como dice 19. Alex, todos cometemos errores; pero cuando se cometen desde la prepotencia de los que sí son Doctores Ingenieros frente a quien desde un primer momento reconoció que ni siquiera acabó 2º de carrera, la cosa resulta más sangrante. Y luego se dedican a echarse piropos unos a otros, o a elevar a nivel casi mítico una discreta ejecutoria periodística de unos pocos años. Y este es, en su conjunto, el grupo de foreros (o parte de él) que desde hace años me tiene declarada la guerra. Lo que me resulta inaceptable no son sus críticas –a veces acertadas y otras no, como acabamos de ver-, sino el tono belicoso y la muy evidente inquina personal que se trasluce a través de ellas; ese esperar mi entrada para al instante estar ya buscando el posible error.

Y todo por lo mismo: porque me encargaron un blog cuando a ellos les habían cerrado el foro, porque llegué con una ejecutoria profesional de muchos años, porque traía una firma cuando menos reconocida, porque otros comentaristas (despectivamente considerados “palmeros”) así lo han confirmado; y porque puedo, no ya presumir, sino simplemente explicar que parte de mi experiencia y saberes vienen de haberme codeado con personajes del más alto nivel en el mundo de la automoción; porque esta es una de las diferencias entre un profesional y un “amateur” o “dilettante”. Y todo esto no han sido capaces de digerirlo.

En resumen: creo que soy un “innocent bystander”, víctima colateral de un episodio de amor/odio entre km77 (o su rector) y el conjunto de foreros. E. del Arco escribió: “Slayer, deberíamos organizar una cena, la cena de la gran reconciliación. Con Arturo y con Guillermo. Yo lo único que quiero ya es un V8; con el cigueñal plano, si es posible”. Celebro que mi prueba del Mustang 5.0 V8 haya impresionado tanto a del Arco; la referencia al cigüeñal “plano” de la versión Shelby GT-350, ¿de dónde iba a venir, si no?. Y en cuanto a la cena, no tengo ningún inconveniente (aunque con cierta prevención, lo reconozco) en acudir a ese acto de conciliación; supongo que, ya puestos, incluyendo a todos los “veteranos” del foro que quisieran apuntarse. Sugeriría ir sin tablets, para charlar de memoria, en plan barra de bar; pero también considero que sería inexcusable la ausencia de Javier Moltó. Porque, en el fondo, quienes tienen que reconciliarse son Vds con él; como ya he dicho, yo no soy más que una víctima colateral. Así que contacten con él, por el método que consideren más oportuno, y quedo a la espera de noticias de unos y otros.

Y sobre este tema, echo el cerrojazo definitivo.