La década del 2010 tiene todo lo que hay que tener para que se produzca la revolución de información y transparencia que los ciudadanos requerimos y necesitamos. El propio guarismo parece una señal. Durante toda la década vamos a tener ceros y unos en el nombre del año. Ceros y unos: información digital. No puede indicar otra cosa. Una revelación.

Los ciudadanos estamos acostumbrados a no tener información y parece que nos conformamos. La ley española dice, por ejemplo que «Las deliberaciones del Consejo de Ministros serán secretas» y que «Las deliberaciones de las Comisiones Delegadas del Gobierno serán secretas» (Ley 150/1997) y no conozco a nadie que públicamente se pregunte por qué. Yo lo hago.

¿Por qué tienen que ser secretas las deliberaciones del Consejo de Ministros?

Entiendo que los asuntos que afecten a la seguridad y alguno más que pueda justificarse deban debatirse en secreto. Pero, para el resto, transparencia cristalina por favor, con una cámara de vídeo en la sala del consejo para que todos los españoles podamos ver y escuchar las deliberaciones.

Estas personas que tienen nombres tan pomposos como presidente del gobierno y ministro de su majestad (por ejemplo) deliberan sobre nuestros dineros, sobre asuntos que nos afectan a todos los españoles y lo hacen por mandato nuestro.

No hay ninguna justificación para que la cosa pública sea privada, secreta, no transparente.

En esta década de la información, como su nombre indica, los ciudadanos tendremos que exigir el detalle todas las deliberaciones de los mandatarios y de todas las cuentas corrientes públicas.

¿Por qué no podemos ver todos los ciudadanos cada uno de los Euros que entran y salen de las cuentas públicas? Es nuestro dinero. Yo quiero ver las cuentas corrientes de los Ministerios y la VISA pública de quienes la tengan. Tenemos que poder verlas. Con internet es fácil y no hay ningún motivo para que no lo veamos. El detalle del pago de todos los gastos y de los ingresos de Gobierno, ministerios, hospitales públicos, ayuntamientos, comunidades autónomas…

En las empresas las cuentas son privadas porque hay que competir, porque nadie tiene por qué saber cuánto pago por un servicio u otro. Competir, en algunos casos, significa no desvelar lo que sabes.

Las administraciones públicas no compiten. Los administradores públicos sólo mantienen el secreto de los asuntos públicos para mantener cuotas de poder bastardas, que no les corresponden.

Ha llegado la hora de los ciudadanos, en esta década. La hora de que la información esté a disposición de todos, para quien tenga tiempo de estudiarla, trabajarla y digerirla para todos.

No queremos información al alcance de unos pocos periodistas que tienen que hacer grandes esfuerzos para conseguir algunas informaciones. No necesitamos ese intermediario, porque su presencia es sólo consecuencia de un sistema ineficiente.

Queremos la información pública y diáfana. Accesible para todos en la red. Con ceros y unos. Quienes gestionan nuestros dineros las ocultan. Tenemos que exigirles que las muestren de forma clara.

Hay miles de datos que son teóricamente públicos, pero cuesta un mundo conseguirlos. Todas las ofertas presentadas a los concursos, todos los pagos de cada organismo (reflejados en la cuenta corriente), el número de empleados, los movimientos de las tarjetas, el acta de todas las deliberaciones (no podemos permitir que los partidos negocien a puerta cerrada, cada uno de sus debates nos interesa a todos), el número de empleados de cada administración, sus cometidos, el sueldo medio de los empleados públicos de las diferentes administraciones…En fin, todo lo que no afecte a la seguridad nacional y a la intimidad de las personas.

Existen organizaciones, como Transparencia Internacional, que luchan por conseguir este objetivo en todo el mundo. Ellos dicen que son «La coalición global contra la corrupción». Estoy de acuerdo, la transparencia es una herramienta magnífica contra la corrupción. Pero pensar sólo en corrupción es quedarse corto en el objetivo.

La transparencia es una herramienta indispensable para mejorar la eficiencia de la economía pública, aunque no haya corrupción de por medio. Con transparencia los procesos mejoran sólo por el hecho de hacerlos públicos, por el hecho de que podemos verlos y analizarlos entre todos y que todos podemos buscar mejoras y alternativas.

La información es la fuente de riqueza del futuro, porque es indispensable para mejorar la productividad. Alta productividad significa utilizar mejor los recursos disponibles, es decir, desperdiciar menos riqueza.

En España no somos líderes absolutamente en nada en el mundo, ni siquiera en sol. Si fuéramos capaces de ser los líderes en transparencia e información quizá pudiéramos convertirnos en una economía muy competitiva y cambiar nuestro modelo productivo.

La transparencia informativa no requiere de grandes inversiones. Basta con la voluntad de los mandatarios o con la exigencia de los ciudadanos.