collville2

Buenas señores y señoras,

Un día más, aquí, en el paraíso.

Efectivamente no me voy a ir a ninguna parte, a menos que me ofrezcan un jugoso contrato en la mansión Playboy o en la NASA (con preferencia por lo primero) seguiré aquí, tocando el arco del triunfo. Con ambas manos si es posible.

Ahora mismo lo que me tiene más entretenido es un libro de RBA de la serie Jack Reacher. Cómprense cualquiera, es el único tipo que es capaz de sacarme la cabeza de mis ‘luciferes’ varios. Háganme caso, la cabeza de Sherlock Holmes en el cuerpo de una máquina de matar de casi dos metros de altura y cien kilos de peso. Más adictivo que el opio.

Esta vez no voy a hablar de ninguna película en concreto sino de películas en general. Bueno, ya han visto que Furious 7 ha arrasado sin piedad en todo el mundo: un bombazo bastante previsible entre el morbo generado por la muerte de Paul Walker (por cierto, no lo dije el otro día, he sido incapaz de ver ninguna escena donde se notara –aunque fuera un poco- que le habían puesto un doble) y la propia calidad de la película, un filme que va directamente a los ojos del espectador y se olvida de todo lo demás. Si señores, eso también es cine y también sirve para pasarlo bien.

Y de eso quiero hablar hoy (parezco uno de esos locutores de programa matutino dispuesto a leer el sumario): de películas que le hacen sentir a uno sentir bien. Por el motivo que sea: porque no tienen ataduras emocionales con nada y son propiedad de uno mismo (recuerdo una canción que dice que todos deberíamos tener secretos, y en el plano cinematográfico, musical o literario, eso también es absolutamente cierto). Yo tengo mis debilidades y me dispongo a confesarlas: las películas que veo cuando me siento miserable.

(O sea, como ahora, con perdón)

La red social, por ejemplo. La historia de todos esos sociópatas apáticos forrados hasta el tuétano contada como si fuera una persecución de French connection, con la música de Trent Reznor y Atticus Ross poniendo música de ‘ve al baño y tómate otra pastilla, coño” siempre me ha parecido tan sumamente loca que –inevitablemente- me ha hecho sonreír. Que alguien cuenta una película que pasa en oficinas, despachos de abogados y habitaciones estudiantiles como si fuera un puto thriller de Hitchcock es maravilloso.

También me gusta Heat. Me gusta esa poesía imposible del “no tengas nada en tu vida de lo que no puedas librarte en menos de 30 segundos cuando sientas la presión a la vuelta de la esquina”; me gusta ese De Niro mirando al mar, buscando quién sabe qué, en una casa vacía, con la pistola en la mesa. Si alguna vez una imagen simbolizo al forajido en los últimos veinte años de cine (y que no fuera una de Clint Eastwood) es justamente esa. También me gusta que tenga el mejor tiroteo de la historia del cine, no es muy relajante pero es espectacular.

El imperio contraataca, Testigo de cargo o Sillas de montar calientes también sirven para distraerme un rato, por distintas razones que no voy a especificar (ya me conocen ustedes demasiado y al final el blog va a acabar siendo sobre mi persona en lugar de sobre cine y yo no soy así de interesante, para nada) y las películas de Eastwood como El jinete pálido o Sin perdón me reconcilian con eso tan huidizo de ‘justicia divina’: cuando el bueno/malo (pero bueno) llega al final y no deja ni a un cabrón en pie.

Sin embargo no puedo ver dramas (soy así de obvio) excepto Warrior, por aquello de la redención y la capacidad de supervivencia y Drive, porque con tanta sangre y tanta adrenalina no me queda capacidad para percibir la tragedia.

El género bélico también ayuda a los depresivos de mi clase: Los violentos de Kelly, El día más largo, Salvar al soldado Ryan (que es drama pero muy guerrero) siempre son aceptados en casa en momentos de penurias.

Y luego, siempre, Granujas a todo ritmo o cualquiera de Carpenter. Esas son las películas que marcaron mi adolescencia, cuando mi mayor problema era convencer a mis padres de que a pesar de pasarme los fines de semana viendo películas en casa no iba a convertirme en ningún sociópata.

Ya ven que les engañé.

¿Y ustedes/as, cuáles son sus películas miserables? Quizás encuentre algo nuevo a lo que agarrarme.

Abrazos/as,
T.G.