Acabo de hacer mi segundo viaje con el Golf de la prueba de larga duración desde que lo tenemos, ahora con unos 85.000 km en sus huesos. He pasado por cinco comunidades autónomas, seis provincias o dos países, según como lo cuente. Cerca de 1.400 km.

Mi mujer lo condujo durante unos 100 km, por autopista. Su primer comentario al ponerlo en marcha y recorrer unos metros fue «es muy suave». Y es cierto que lo es. Además, viniendo de ella, me parece un auténtico piropo hacia el Golf porque su coche es un Prius, viejo conocido de los lectores de km77.com,  que ya destaca por la suavidad de sus mandos.

Un par de kilómetros después de cogerlo dijo con cierto tono enojado «¡los espejos son muy pequeños!». Tiene razón otra vez: menos en carretera y más en ciudad, yo también echo en falta unos retrovisores con un espejo mayor para ver a los coches que circulan cerca y que quedan en el ángulo muerto.

ella

Nuestro Golf pasó por el punto geográfico de longitud cero. No es la primera vez que cruza el meridiano de Greenwich pero sí la primera que le hacemos una foto (o eso creo).

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El meridiano está representado por un arco que cruza diagonalmente la calzada. Por la noche está iluminado. Cruzarlo causa a veces una sensación extraña: es atravesar algo que no existe (menuda reflexión :)).

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El meridiano de Greenwich pasa cerca del posible «Las Vegas» europeo, en el desierto aragonés de Los Monegros. Si dentro de unos años hacemos una prueba de larga duración del Golf VI y repetimos la foto, en vez de tierra árida tal vez haya hoteles, casinos y muchas lucecitas de colores.

losmonegros

Marcos ha ido durmiendo casi todo el viaje. Parece que le gusta el ronroneo del motor 1.4 TSI. Cuando va en el Prius, detenerse en un peaje o un semáforo puede suponer que se despierte puesto que no oye el ruido que le adormece y la carrocería deja de moverse o vibrar. El Golf es extraordinariamente silencioso y suave cuando está detenido y con el motor girando al régimen de ralentí, por lo que el resultado es casi el mismo.

La silla queda encajonada entre los dos asientos delanteros si estos van colocados en una posición retrasada. A nosotros no nos ha molestado; que sea así tiene una ventaja (colateral, que dirían algunos): los respaldos impiden que la silla pueda desplazarse lateralmente.

Advertencia a quienes vayan a comprar un coche próximamente y NO tengan la certeza absoluta de que NO van a ser padres en los próximos años: comprarse un coche de tres puertas puede ser un error grande si hay que estar metiendo y sacando todos los días a un niño de las plazas traseras.

 

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En el maletero del Golf nos ha cabido el carrito, una maleta de las que se pueden llevar en una cabina del avión (colocada de lado) y diversas bolsas, las justas para que nos cupiesen las cosillas típicas que aún merecen la pena un viaje a Andorra (económicamente, obviamente).

La carretera que va hasta Andorra desde Lérida ha cambiado mucho desde que la conozco. Hay muchos túneles que ahorran unos tramos de curvas que se hacían eternas si te tocaba ir detrás de un vehículo lento (en la zona del pantano de Oliana).

Mi abuelo materno era ingeniero de caminos (no recuerdo si ese era el nombre exacto de la titulación en aquellos años). El fue el culpable de tanta curva. Murió cuando yo era pequeño y nunca se me ocurrió preguntarle por ello. Si existe eso del Cielo y coincidimos (no tengo muy claro si después del Juicio Final a mí me mandarán al sótano o al ático…) le enseñaré las fotos del google earth 2075 (espero no morir antes de los 100, optimista que es uno) para que vea en que se ha transformado su carretera.

También hay muchos radares, alguno de ellos en puntos que no parecen los más adecuados (si lo que se persigue es evitar accidentes). Por ejemplo, hay uno colocado en una recta de perfecta visibilidad, que es uno de los mejores lugares de esa carretera donde adelantar con seguridad. A mí no me gusta circular por el carril por el que vienen de frente otros coches (raro que es uno) así que hago los adelantamientos invadiéndolo el menor tiempo posible, aunque eso suponga superar en más de 20 km/h el límite de la vía. Adelante a un par de coches en ese punto y lo tuve que hacer ocupando el otro carril más tiempo del que me hubiese gustado para que el radar no me retratase.

Para casi todo el viaje (unos 800 km de autovía, unos 300 km de autopista y el resto por carretera y ciudad) he utilizado la posición «Comfort» de la amortiguación. Tan sólo en la parte más revirada de la carretera he seleccionado el ajuste siguiente (que es el que Volkswagen llama «Normal»). Contiene mejor las inercias de la carrocería y, si el asfalto está en buen estado, mantiene un confort aceptable en un viaje familiar.

El recorrido por carretera, tanto de ida como el de vuelta, lo he hecho de noche. Así que aprovecho para quejarme amargamente otra vez de lo poco y mal que iluminan los faros halógenos, aun después de cambiar las bombillas. Ellos marcan la velocidad a la que se puede circular en un tramo de carretera de montaña, no la estabilidad del coche ni la pericia del conductor. Y no hablo de ir necesariamente con el cuchillo entre los dientes.

El cambio «DSG» me sigue pareciendo de lo mejorcito del coche, aunque a mí me da la impresión de que no va tan fino como al principio cuando hay que arrancar desde parado. Tal vez sea eso, una impresión.

Alfonso Hererro