Durante las vacaciones de Semana Santa tuve la suerte de poder disfrutar del Golf durante unos días, con la excusa de poner mi granito de arena en esta prueba de larga duración y hacerle unos 1.300 km en cuatro días. No había tenido todavía oportunidad de probar el Golf VI, ni ningún otro coche con el motor TSI de 1.4 litros, ni el cambio DSG de 7 velocidades, ni la amortiguación variable de VW, así que le tenía muchas ganas. Acompaño esta entrada con una foto tomada a los pies de la Torre del Agua, el edificio más representativo de la Expo de Zaragoza de 2008.

El anterior DSG de 6 velocidades con embragues en baño de aceite (los del nuevo son en seco) sí lo he conducido durante los últimos meses con cierta frecuencia, y creo que el nuevo da tan buen resultado como aquél, lo cual es decir mucho. En realidad parece el mismo cambio, pero con una marcha más. Me ha parecido igual de suave y rápido, siempre que el siguiente cambio sea el que él ha predicho y tenía preparado. Tanto, que desentona un poco cuando esto no ocurre y tarda un poco más de la cuenta en cambiar, por ejemplo al hacer una fuerte aceleración en la que decida bajar hasta tres o cuatro marchas seguidas. No es que aquí sea más lento que un cambio automático tradicional, pero es que a lo bueno se acostumbra uno enseguida.

El motor también ayuda a que sea un coche muy agradable de conducir. Es sorprendente que un 1.4 litros pueda mover un desarrollo de 45,2 km/h a 1.000 rpm en séptima velocidad. Lo que no puedo decir es que me haya parecido que consuma especialmente poco. A cruceros cercanos a 130 km/h reales (137-138 km/h de marcador, la instrumentación miente más de lo que esperaba), el ordenador me iba marcando sistemáticamente consumos medios entre 7,4 y 7,6 litros. La orografía no era especialmente favorable, y cuando lo era, me tocó conducir bajo una lluvia bastante fuerte, camino de Barcelona. Quizá eso tuviera pate de la culpa, y no que me pesara mucho el pie, de lo que me acusó Javier cuando se lo devolví. 

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También me sorprendió que un labio de plástico que se encuentra por debajo del paragolpes delantero rozara al entrar a mi garaje, por muy despacio que lo hiciera. Me pareció raro porque no es un garaje especialmente problemático en ese sentido, y coches con menor distancia al suelo que él han entrado en él sin ningún tipo de problema.

Me quedé con ganas de probar su comportamiento en carreteras reviradas, máxime cuando Javier y Enrique no se ponen de acuerdo sobre si las ruedas agarran o no, pero sencillamente no tuve tiempo ni oportunidad de hacerlo. La mayor parte de los kilómetros que hice con él fueron en autovía, y con el propósito de llegar directo y rápido a mi destino. También me quedé a medias con la amortiguación DCC. La diferencia en cuanto a confort en condiciones normales de conducción entre los ajustes extremos me pareció clara, bastante más que con la amortiguación MagneRide de un Audi TT TDI. Pero ni siquiera en la posición Sport me parecía un coche incómodo, hasta el punto de que acabé haciendo más de la mitad de los kilómetros con ese ajuste, no siempre sobre asfalto en perfectas condiciones.

Espero volver a tener la oportunidad de conducirlo en el futuro y resolver esas dudas.

Adso